viernes, 4 de mayo de 2012

El minuto de la hora del día del año.


-¿Quieres que te diga la verdad?
-Quiero que me mientas. ¿Duermes?
-No.

La contradicción está servida. Hace tiempo que intentas huir del sinsentido, pero te tiene acorralado, así que decides coger las llaves, saltar a la calle, fundirte entre la multitud anónima y dedicar sonrisas. ¡Qué fácil sería todo regalando sonrisas!, ésa mueca sencilla, sin compromiso, sincera. Le sonríes al desconocido, y éste responde, comprende lo incomprensible, pero responde. Al fin y al cabo, la complicidad se haya escondida entre la sal y el azúcar.

-¿Me oyes?
-A veces, lo intento, pero te alejas.
-Cógeme la mano, quítate los zapatos y hunde los pies en la orilla.

Así de sencillo. Lánzate, agóbiate, estremécete, baila, pero no te rindas. Respira hondo y cálmate. Has llegado al portal, fúmatelo y espera, te acompaña en silencio.

- Se acabó. Ya está. Deja de sentirte ajeno a la realidad, olvídate de mí, pero sobre todo de ti.
-Pero, ¿y si no debería haber nacido ahora, en este lugar, entre móviles, hipocresía y putería sin razón?
-Entonces, siempre huirás, porque el hoy es el reflejo de ayer y mañana, mañana…Tu mundo no es lo que ves, es lo que eres. Pecas de inconformista, búscate.

Quiérete un poco más y deja de joder, o al menos jode a quien no se merece ser querido.

-¿Sigues durmiendo?
-Sí.

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