Bestia de Bardo.
Frágiles e inquebrantables, convulsos y fugaces. Arrebatadores
astros de la noche. Y de la tarde. Y despuntar de sol de la mañana. Luz
cautiva. Destellos en la oscuridad de la esencia primitiva. Yesca contra
pedernal. Fuego. Pasión. Deseo. Entrega. Prisionero de tus brazos, adorador de
tus piernas. Olor a fresa. A piel. A vaivén de vientre ondulante y caprichoso.
Arcilla moldeada por cada caricia mía, por cada roce del pasado en el que
prefiero no pensar. Artesano que forma y desfigura la carne que conforma tu
ser. Cálido aliento al cobijo de mi oído, al que no le hace falta escuchar, que
hoy se dedica sentir. Que ahora solo puede amar. Y ser amado. Y sentirse
arropado por tu pelo y por tu mano. Falanges que recorren mi cuerpo. Que se
aferran a una espalda que apenas cubre tu ser, segura de estar segura, entre
unos hombros capaces de sostener el cielo mientras vivas bajo él. Y en la
asfixia de mi pierna entre tus muslos, de mi cara en tu pecho, de tu boca en mi
cuello; y tu nariz. Ahogada por el olor de la vida entre mis ojos. Y es la vida
la que exige entonces detenerse, y se detiene, y te obliga a mirar de frente y
no hacia otro lado. Y cae el frenesí. Pierdes la locura tratando de orientarte
entre mis pecas y lunares; yo naufragio en cada pliegue que conforma tu mirada.
La que yo te devuelvo y tu me das. Tallada día tras día a base de felicidad. De
hacerte sonreír. Y llorar. Lagrimas que yo he besado. Pestañas y lagrimal. Y
fuera hace frío. Y el mundo muere. Y la ciudad se hace con todas las almas
callejeras que no encuentran cobijo y se arrastran, solitarias en busca de lo
que tu y yo compartimos. Murió la excitación a manos de la ternura. Del no
quererte aquí y ahora, o no solo; también mañana y dentro de media hora. Y de
besarte la espalda al terminar. No quiero poseerte sino ser bestia de Bardo.
Bestia al fin y al cabo. Penetrar en tus entrañas ya no buscando el placer
propio, el egoísta. El que mata lo puro, el que asesina lo bello del sexo de
entre tus muslos. Conciencia secreta, silencio no pactado. Te amo, como te amo,
por ser esta la menor de las distancias que me separan de ti. Que jamás fuiste
más tú que cuando yaciste conmigo. Que yo jamás fui mejor que al compartir esto
contigo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario