Quasi una tona de
metall (molt) poc polit. A la
que hi arribi, no tinc ben bé res, ni a celebrar.
Com pel dotze d'octubre.
I els inflats? Pel vent bufat dins la beguda,
tònica discordant de l'última moda. Fins
a la poda.
I la camisa ben baldera,
per això no m'he afeitat...
Potser així, puc prou dissimular - si apart -
Se m'aixeca una altra cosa.
Per exemple, pensant, en què sé jo..!!
.. En una mossa!
I que em posi a to i,
que em ben adreci
Perquè em fot un mal el trapeci
fins l'esternocleidomastoidal.
[Hospital St. Bernabé - Servei de Radiologia. Setembre de 2011]
Flumina navigabilia
jueves, 19 de septiembre de 2013
Pensava dir tant en tant poc
Pensava dir tant en tant poc...
en un “tuit”, telegrama, o un fax
Pensava dir tant poc en tant...
en una novel·la, poema o assaig
Pensava en volar,
sentir-me jo,
trencar un televisor,
destapar la llet fins que es fes agre...
Banalitzar els detalls que m'envoltaven.
Pensava en tocar de peus a terra,
empatitzar,
construir una comunicació indestructible,
nodrir-me de la vida que m'havia tocat viure...
Valorar cada dia i no pensar en demà.
Pensava en ser original,
perspicaç,
fresc i senzill...
Trencar esquemes i no seguir mai un fil
Pensava en treballar,
perseverar,
en ser harmoniós i complexe.
Pencar com mai per poder marcar diferències.
Pensava tant buscant la inspiració...
Pensava tant que em feia riure.
Volia pensar en com viure millor...
Vaig pensar millor i vaig voler viure.
en un “tuit”, telegrama, o un fax
Pensava dir tant poc en tant...
en una novel·la, poema o assaig
Pensava en volar,
sentir-me jo,
trencar un televisor,
destapar la llet fins que es fes agre...
Banalitzar els detalls que m'envoltaven.
Pensava en tocar de peus a terra,
empatitzar,
construir una comunicació indestructible,
nodrir-me de la vida que m'havia tocat viure...
Valorar cada dia i no pensar en demà.
Pensava en ser original,
perspicaç,
fresc i senzill...
Trencar esquemes i no seguir mai un fil
Pensava en treballar,
perseverar,
en ser harmoniós i complexe.
Pencar com mai per poder marcar diferències.
Pensava tant buscant la inspiració...
Pensava tant que em feia riure.
Volia pensar en com viure millor...
Vaig pensar millor i vaig voler viure.
martes, 17 de septiembre de 2013
El club de los canallas
Todos ellos habían sentido, en algún punto abstracto de sus vidas, entre la adolescencia y la madurez primitiva, que eran diferentes. Que tenían algo que los demás no compartían, que eran sustancialmente irrepetibles. Únicos. No era vanidad ni orgullo desmedido, sino el valor de enfrentarse a la vida, de no contentarse con una existencia meramente contemplativa. No era un impulso por alzar la voz por encima del otro, antes bien, el impulso de las almas inquietas y hambrientas que buscan una correspondencia. Ellos, como tantos otros a lo largo de la historia, creían que el baúl de la humanidad aún no estaba lleno, que había lugar para la suma. Que el oído del mundo todavía estaba dispuesto a escuchar, que podían descubrir un nuevo tesoro. Los canallas creían en la magia:
A pesar de que la lucidez nos induce a creer que el mundo está desencantado.
A pesar de que el sistema nos obligue a renunciarnos y a renunciar al bien del prójimo.
A pesar de lo que se ha contado.
A pesar de que al fin y al cabo no seamos diferentes.
Ellos querían ser la brecha.
Ellos querían robarle a la Naturaleza su secreto.
Cuando te sabes solo en el mundo. Cuando entiendes que la esfera uterina sencillamente ha desaparecido y te has visto despedido de tu refugio materno a los veinte años o diecinueve o treinta, cuando el núcleo familiar ha roto aguas y te ha dejado fuera en la intemperie. Y tu papá, tu mamá o tus hermanos están ahí por ti y tú estás por ellos pero ya no forman una parte indiferenciada de ti, ni tus amigos. Cuando tú ya no eres dos, o tres o cuatro y eres sólo tú. Aparecen miedos. Y la esperanza de sentirse lleno de uno mismo. Tu vida empieza aquí. En este segundo despertar, en este nuevo nacimiento.
Entonces me sentí radicalmente diferente por primera vez. Entonces fue cuando escribí la primera página de mi historia y supe con seguridad que quería ser un canalla. Recoger los pedazos que dan sentido a la existencia: dejar de ser pasivo por un instante, ahogarme entre el vino y el humo, discutir el ahora-el antes-y-el después, dejar constancia, hacer el amor, follar, tener un flechazo en el metro al cruzar miradas, escribir una novela, fracasar, experimentar la atemporalidad, ser miserable, gozar de una noche en París, reventar el día en Sant-Petersburgo, levantarme escéptico e ignorar las razones, desear la inmortalidad, fer forums romans, callar, ser insaciable.
Ellos querían ser la brecha.
Ellos querían robarle a la Naturaleza su secreto.
Yo, tal día de hoy, voy a seguir creyendo en la magia.
martes, 20 de agosto de 2013
A palabras necias oídos necios
Giorgio A. Tsoukalos se ha arrancado de
raíz su perfecto disfraz de loco. Y a decir verdad, con cierta gracia. La causa
se desconoce todavía, pero por suponer que no quede: será porque se ha hartado
de las constantes preguntas acerca de su corte extravagante de pelo, será por
la presión que comporta ser figura pública o bien porque empezaba a temer que
su propia mentira acabara con él. Tal vez no sepáis de quién estoy hablando o
quizás no estéis todavía situados. Giorgio A. Tsoukalos es uno de los
personajes que gestionan y presentan el programa (o mejor, espectáculo) de
televisión “Alienígenas ancestrales” de History Channel. Sí, ese de
cara manchada por exceso de ‘rayos uva’ y pelos de punta que suele llevar trajes
un tanto anacrónicos. Algunos dirían que bien podría haber salido de la fusión
entre Vegeta y Julio Verne. Parece uno de esos tipos que se ha quedado entre
dos periodos de tiempo, entre dos épocas, que despierta simpatía pero también
cierta desconfianza.
No soy fiel seguidor del programa, pero
algunas noches lo engancho y me lo miro, evidentemente, a modo de terapia. Y es
que no puedes evitar echarte unas risas. El caso es que hará un par de días,
casi por casualidad, acabé entrando en el blog (1) de nuestro querido amigo Tsoukalos y me leí algunas de sus
aportaciones. La última entrada resultaba ser lo que os señalaba al principio: una
explosión de verdad, una reducción de peso pesado, un respiro para el hombre
demasiado violentado por el engaño voluntario. El impacto que ha tenido el
manifiesto en Estados Unidos es para mí incierto, imagino que habrá sido un
escándalo para algunos y para otros, sobre todo para los agentes de la
comunidad científica, un alivio ante tanta especulación mítica descabellada.
Tampoco sé hasta qué punto se verá afectada su carrera televisiva o el programa
en sí a tenor de los acontecimientos. He decidido traducir algunos fragmentos,
del mejor modo que he podido, y compartir la revelación de Giorgio A.
Tsoukalos, el hombre que al fin ha decidido romper la coraza y descubrirse como
un perfecto escéptico. Hasta aquí mis palabras.
“¿Hay vida en otros planetas? ¿Han
intervenido los alienígenas en la construcción de la civilización humana
ancestral? Son las preguntas frecuentes que nos hacemos los
caza-misterios-de-la antigüedad (así es como nos llamamos entre los colegas de
profesión). LOL [sic] (2). Mi pregunta ahora es: ¿a quién cojones
le importa? Y si os importa a alguno de vosotros, ¿cómo coño podéis creer en semejantes
idioteces?... Cómo puede creer la gente que hubo gigantes de hasta 30 metros
que ayudaron a levantar las pirámides de Gizzeh, quién se cree que Chichén Itzá
se edificó en dos días porque unos malditos aliens con cabeza de avestruz
decidieron echar una mano a cambio de un par de pollos desplumados. Sí, sí, se
tomaron la molestia de hacer un viaje de 600.000 años/luz para levantar la
muralla China y se fueron tal y como habían llegado. Tan solo lo hicieron por
el placer de verse realizados, por pura generosidad. Chicos les debemos la
vida. La próxima vez que nos visiten al menos regalémosles un par de botellas
de buen whisky [...]. Mis compañeros del programa son unos capullos. Los odio.
Malditos hipócritas, se llenan los bolsillos con sus mentiras, os regalan
palabras necias con toda la mierda pseudocientífica que sueltan por la boca.
Tenéis que despertar malditos ignorantes. Os odio [...]. Así es la ideología
americana. Los americanos no se contentan con colonizar militarmente y
económicamente medio mundo, también pretenden colonizar las ideas, las ideas
que se escapan del entendimiento y la percepción del ser humano para que
olvidemos lo que tenemos delante. ¿Qué está ocurriendo en Egipto? ¿Qué le
ocurre a Grecia? Mi país natal está al borde de la bancarrota mientras nosotros
divulgamos teorías que se caen por su propio peso [...]. Ahora estoy jodidamente
borracho aunque no será la última Bud [sic] (3) de la
noche y es que si no bebo me doy asco, bebo para tomar conciencia durante unas
horas de que he dejado de ser un producto más de la Empresa que aniquila el
pensamiento libre [...]. God bless you.”.
1 www.mithsontherocks/historychannel.com
2 Lot of Laughts
3 Budweiser
viernes, 2 de agosto de 2013
Cuando te abrazaba por las noches
Porqué cuesta tanto decir que jode
que me robes el edredón por las noches
y que mi piel se erice y que yo me
despierte
y cabreado te mire,
y sonámbulos luchemos
tirando de la manta que ya no
compartimos?
Y siempre ganas,
y me rompes un sueño
sobre alguno de mis mil amores de
metro,
y yo me cabreo porque no estoy en este
mundo
si no en el del sueño.
Pero cada día te amo más,
pues ahora sé que a ti te jode
acostumbrarte a mis ronquidos,
a mis pedos y al hedor de mis pies
y además no te quejas cuando me giro.
Y ahora nuestros culos se besan,
y la posición fetal no es la misma
por que aprendiste que mi brazo se
resentía
cuando hacíamos “la sillita”.
Y te amo tanto, ahora más que nunca
por que cuando despertamos casi no
nos acordamos y en teoría levantamos
más feos
pero yo te veo igual que
cuando te abrazaba por las noches.
domingo, 14 de julio de 2013
Sin prisa por llagar
Sin
prisa por llegar
Corríamos. Corríamos porque correr era lo único que se podía
hacer. Ir deprisa para consumirlo todo sin dejarse nada. Andar flotando como
dioses al margen de cuanto ven porque ni ven ni oyen, sienten. Y nosotros lo
sentíamos. En cada poro de nuestra piel, de esa piel joven que se cuartea con
cada segundo que corre porque cada instante la curte y la acerca al cuero viejo
que un día contemplaremos asombrados en el espejo y si la memoria no nos falla
nos costará reconocer. Reconocer cada arruga y cada pliegue, cada surco y socavón.
Cada sonrisa y cada llanto que nos quebró y demolió y nos hizo ser quiénes
somos. Y ya no seremos tan extraños. Ya seremos más nosotros porque ubicaremos
en esa pieza de ternero envejecido con ojos y nariz a las mujeres y los
hermanos, los lugares mágicos y las veces que exploramos los infiernos y Dante
nos dio la palmada. Y nos perderemos entre el pelo y el poco pelo y la barba
que quizás ya no tendremos y que un día lucimos orgullosos. Y el apéndice más sobresaliente
de cintura para arriba (que esperemos no sean nuestras malditas barrigas)
recordará, si no le inunda el olor a naftalina, lo que fuimos entonces mientras
corríamos para no perdernos nada y poder tenerlo todo. Todo. Las crepes des
Arts (27
rue St André des Arts) los bailes de calle y las
obras de arte, y el sena y Cristo con el torno desnudo danzando frente a
nuestros objetivos y la chica de la orilla de enfrente. Alto. Dejadme dejar de
correr. Para ver entero el Louvre me basta una carrera pero para verla a ella
hace falta detenerse y contemplar, oler no, respirar. Y enmarcar. Y saber que
esa mujer en cualquier otra parte no abría llamado mi atención pero esto es
París y ella es tan hermosa y misteriosa y YO apenas hablo francés (Bonjour
madame, je t’aime) y si me acerco le tendría que decir que me gusta sin saber
muy bien porque y eso, mon ami, es mayor problema que el idioma. Me gustas
porque estás aquí sentada sin decir nada con las piernas colgando, mirando al
otro lado del agua que divide tu ciudad (¿será en verdad tu ciudad?) y yo estoy
corriendo a toda velocidad con esta panda de cabrones, que son santos
disfrazados porque nos matarían a todos si fuéramos por ahí exhibiendo las alas
que nos dieron los ángeles que besamos en nuestra juventud y por eso corremos
en vez de volar, que es para lo que nacimos. Y te digo, o quisiera decirte porque
jamás me acerqué a ti, que si te amo en este instante es porque logras que me
detenga y termine el café y el cigarrillo mirando el paisaje que protagonizas
ante mis mortales ojos, que un día dejarán de ver tan bien y terminarán por
darse vuelta y hacerme las veces de espejo para enseñarme todo lo vivido en pase
de diapositivas y eso te incluye a ti, desconocida. Au revoir francesita, au
revoir; tengo que volver a correr. Y tropezarme varias veces embriagado de
néctar de tu tierra (porque digo yo que sería vino francés y ya doy por echo
que tú eres francesa porque en mi sueño me hablabas así, sin decir nada. Con
acento. Igual solo era acento y de echo no decías absolutamente nada. Como la
Mona Lisa, que sin serlo también me habla en francés), mientras seguimos
atravesando salas y espacios y mundos enteros. Y así pasamos de un museo a una orilla y de ésta a un punte y allí comemos y seguimos bebiendo y oímos como la
música nos arrastra y nos hace descender del Pont des Arts para mezclarnos con
los auténticos artistas, los enloquecidos músicos ebrios de noche venidos de
New York que tocan en orquesta en mitad de la sombra del París más nocturno
para deleite de los transeúntes y de nuestras tazas souvenir, que rebosan de
tinto barato perseguidor de brindis, de trago rápido y largo en continua danza tribal.
Solo en esta ciudad se baila así y yo solo soy capaz de bailar aquí. A ritmo de
Jazz con Jesucristo Súper Star. Y terminar enfadados para empezar queriéndonos
más que nunca. Y amanecer con ligera resaca de primavera y olores vespertinos
de diez de la mañana, pis de gato y teclas de piano y desayunar un mal
pronunciado croissant aux abricots que se me atraganta al pedir y que me da la
vida al comer. Y un buen café. Y eso si es excepcional porque menuda mierda de
café el francés o el hecho por franceses (¡perdón! Por Parisiens). Y un pitarra
de la parra (que si no te subes no es lo mismo y si no lo dices tampoco) y si
Paul te lo tira pues mucho mejor. Pero no dejemos de correr porque esto acaba
de empezar y aún me falta hundir cabeza en el estómago de la risa y que TÚ o
Héctor o Evan o el mismo Paul os hundáis en el mío y ya no podamos salir y
tengamos que parar. Y ya hemos parado. Estamos parados sobre el cómodo verde
que huele a hierba y es en realidad una parcela de infinita felicidad,
incomprensible para el resto de domingueros que van de picnic y solo ven el
bien recortado césped de los Jardines de Luxemburgo. Incapaces de sentir, ven y
alguno trata de mirar. Y yo cierro los ojos y me parto el culo con mis Santos
Cabrones y nuestra risa deja intuir nuestras alas. Entonces volamos. Y solo los
cabrones vuelan alto. Más alto que ningún otro bicho alado y si el avión se
estrella, cantamos. Que es lo que tenemos pinta de hacer y ninguno de nosotros
sabe en realidad, pero si nos vieras flotar por el barrio Latino lo
sabrías, nos sentirías y te darías
la vuelta para volvernos a mirar. Estrellas de Rock que no saben tocar, que
parece que tengan mucha prisa por llegar.
martes, 30 de abril de 2013
... I s'hi va quedar
Encara està maleïnt els mots d’aquella celonina.
La seva gran afirmació, corroborada amb els incomptables anys d’estiueig a la comarca, limitava l’ADN del berguedà a Patum i Queralt (i Cal Negre, en alguns casos). El cert és que va lligar-se-la amb prou facilitat, almenys per aquella nit. L’endemà ja seria una altra història.
Dic una altra història perquè talment va ser així. La història d’un embolic de nit va ser determinant per haver de recórrer la comarca de cap a peus per tal de trobar un bon lloc on fer-hi vida.
Ja se sap que si has d’assentar el cap amb un berguedà al costat, val més que el mantinguis prop del seu hàbitat. És per això que la mosseta va buscar-se una caseta d’aquelles que t’ensenyen que Gironella sempre està assolellada, i que si no hi ha massa núvols, pots veure fins les “cuixes” de sobre els peus de Montserrat. Òbviament, tot això li havia explicat ell, aquell dia d’estiu quan la va portar a Queralt, mentre ella li somreia amb una mirada de reüll però prou còmplice.
Va ser el mateix dia que li resseguia la silueta del drac que té forma de poble, mentre contava que aquest només treu foc quatre cops a l’any, un per cada salt de plens.
“L’hauries de veure de nit”. I la màgia (o potser el berguedà), va fer la resta.
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