lunes, 11 de marzo de 2013

El último día del resto de tu vida


El café ya no te sabe, tampoco hueles el perfume de mujer. Somática y órgano desgarrado. Irreconocible. Tratas de bloquear ese día porque ese día lo cambió absolutamente todo.


Estado de excepción: hombre enlatado y cabestro, inválido, sin piernas, brazos rotos, labios rotos, los pómulos y la vida. Ese día. Totalmente incapacitado. Miedo de ahora en adelante amigo;
vértigo al abismo insondable.

Te han mandado a casa después de un mes de convalecencia en el hospital. Te cura la mujer, fiel mujer consumida. Te acurruca y lava. Pero ya no hueles su perfume y no le haces el amor. Y el silencio se apodera de los dos ocupando cada centímetro de la habitación. Temes arruinarle el tiempo, temes que te intuya como un trozo de carne, temes mirarte al espejo y dar cuenta de que el hombre que eras ha dejado de existir. Temes. Y te niegas, y te afirmas y la miras pero ella ya no te mira. Sientes una rabia que no se contenta con esperar encerrada. Te muerdes la lengua y sangras. Le gritas y ella llora. Ahora te mira. Siempre, dice, Siempre.


Han pasado cinco años y todavía recuerdas aquella primera vez. La primera vez que le señalaste el orinal con la cabeza. ¿Para esto o para lo otro? te preguntó. Para lo otro, le dijiste, sin creértelo del todo. Todavía recuerdas cómo se acercó, delicada y tierna. Te bajó los pantalones y tú trataste de resistirte pero tu cuerpo no respondía. Fue entonces. Fue entonces cuando ocurrió el fenómeno de extrañamiento; transgrediste tu propio cuerpo y contemplaste la escena como tercero, desde bien arriba, amparado por la descorporeidad. Qué hombre, qué hombre tan lamentable y penoso. No sentiste pena por él, tampoco compasión. Aquel hombre que en su día levantó gigantes, que jugó a ser héroe. Ahora es perro y mendigo, despojo. Carroña, ¡Eres carroña!
A la mierda pensaste. A la mierda con mi virilidad y con mi imagen. Soltaste arsenal pestilente, negro. Era un excremento muy negro y compacto. Olía a muerto. Imaginad una habitación en la que la tensión se podría cortar, ya no con un cuchillo, con fibra incluso. Un hombre reventado hasta la saciedad, un hombre joven, tendrá cuarenta a lo sumo. Un hombre al que se le ha privado del tabú. Y su mujer. Su mujer tiene que limpiarle la mierda del culo, ahora, a estas alturas. ¿Hasta qué punto la confianza es flexible? ¿Cómo describir la imagen con palabras? ¿Regresión a la infancia perdida pero esta vez dolorosamente consciente? Mamá.

Amor. Este es el amor más puro.




lunes, 4 de marzo de 2013

"Un porte-étendard"


Certament, en Gomes estava en ple ús de la raó en la majoria de desenvolupaments del seu particular manual pràctic de metafísica quotidiana.
El seu caràcter excèntric i carismàtic no era més que una de les seves virtuts dantonianes que, com a citoyen defensor de la llibertat, havia desembocat al llibertinatge. Malgrat haver-li tocat viure en el s. XXI, la Bastilla l’havia afectat d’una manera clara, encara que tot sovint s’esforcés acarnissadament en dissimular-ho davant el públic amb un gran pragmatisme germànic.

De les moltes teories que havia desenvolupat amb anys d’eloqüent retòrica, recordo especialment la seva graciosa lluita per tal de demostrar que la guerra és l’art més racional de l'home, i que tot i així, hi cometem errors imperdonables. Com l’abanderat.
Ens entestem a anar a la guerra amb algú que onegi permanentment la bandera i malgrat la distància dels bàndols, l'abanderat serà el blanc –objectivament parlant – més fàcil d’abatre. I malgrat això, sempre hi haurà qui el substitueixi. 

-          .... En efecte, company. L’abanderat n’és l’exemple. No hi ha prou en dur la bandera brodada en el pit, prop del cor del patriota, no! S’ha d’enlairar amb força i onejar-la amb bravura perquè tothom, fins i tot l’enemic sàpiga qui som, d’on venim. I el més còmic, on estem. Com et dic, l’abanderat és l’exemple, encara que Delacroix ho pinti amb la tricolora llibertat! No estem tan lluny d'allò: "Una bandera ens agermana".

-       Així, l'abanderat és pell, encara que lluiti amb amor per la llibertat?

-          Tu ho has dit, amb amor lluitarà... però no és l’amor la guerra més lliure que hi ha?